domingo, 29 de noviembre de 2009


Los abrazos desenfocados y desaparecer en tu boca.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Breve historia para Jane Smith.

¿Por qué soñaba con él y por el día no pensaba en él?
Se había hecho esa pregunta mil veces, y siempre obtenía la misma respuesta. Ninguna.

Jane Smith era la persona más normal que había conocido. No era una de esas chicas con muchas amigas, ni estaba encantada de haberse conocido. Simplemente se limitaba a ir a la universidad y tener limpia su casa.
Todos los día se levantaba temprano. No entraba hasta las 9, pero a las 7 su casa estaba en perfecto estado de revisión. Normalmente desayunaba en casa, nunca le había gustado ir a las cafeterías tan temprano, las cafeteras aun estaban frias.
Iba a la universidad de Bristol, a unos diez quilometros de su casa. Todos los días escuchaba la misma música, no le gustaban los cambios.
En la entrada la esperaban sus dos amigas, Kate y Jannete, dos de las personas más extrañas que había conocido en sus veinte años de edad, siempre criticando a esa chica... pero eso es otra historia.
Iban juntas a casi todas las clases, todos los días.

Después de la universidad tomaba algo con unos amigos, y luego volvía a casa, donde ponía un poco de música, se daba un ligero baño y se relajaba.
Se acostaba temprano, y casi siempre se quedaba dormida con el libro en la mano.
Ahí era donde empezaba todo.

Unas noches soñaba sólo con sus ojos, mirándola fijamente, engulléndola en sus enormes pupilas.
Otras se veía a si misma acariciándole los brazos, la espalda, el pecho... y esque le atraía tanto...
Las noches de Jane eran un subidón de adrenalina. Se sentía en la cresta de una ola, a punto de explotar la mayoría de las veces. Se revolvía en la cama, apretando la almoada mientras imaginaba cientos de escenas imposibles; noches en la playa, mañanas en lo alto de la montaña, tardes cálidas tapados mirando la televisión y escuchando a ese actor cantando 'all you need is love'... carreras en la hierba, manos levantadas y besos en la lluvia, noches pasionales en una cama roja con dosel...

Y luego nada.




Simplemente despertaba, se secaba el sudor de la frente y empezaba su rutina.
Pero hoy era diferente. Se quedó sin café. Lanzando improperios tuvo que coger el coche para ir a la cafetería del pueblo, y por el camino, cuando fue a conectar el iPod, se dio cuenta de que se lo había dejado en casa, al lado de la nota donde ponía que había que comprar café. Ahí se cabreó un poco más.
Encendió la radio y le subió el volumen bastante. Eran las ocho, pero no le importaba, no estaba acostumbrada a eso.
Cuando llegó a la cafetería se sentó en la barra con cara de pocos amigos. Esperaba que ocurriera un milagro o que le hubieran despedido. Le bastó un leve movimiento de cabeza para ver lo equivocada que estaba.
'Ese estúpido camarero otra vez' Pensó tapándose la cara con el pelo para disimular el rubor que se había empezado a formar alrededor de sus mejillas.
Mientras se acercaba a ella empezó a pensar en todas las noches que habían estado juntos.
Cuando le tomó nota y escuchó su voz de nuevo empezó a arrepentirse de no haber venido más por aquí


En el fondo, le gustaba amanecer pensando que él la quería.

martes, 17 de noviembre de 2009

Y si de repente apareciera Andalucia?
No brilla con luz propia, pero merece la pena contar su historia.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Sophie




Mientras buscaba desesperada en ese tren algún compartimento vacio (nunca le había gustado conocer a la que ella llamaba 'gente-efímera') Arrastraba sus cuatro maletas enormes. Le habían ofrecido un carrito portamaletas, pero ella siempre lo tenía que hacer todo por su cuenta.

Después de dar dos vueltas encontró el compartimento perfecto. Era el último, así que normalmente la azafata no pasaría con el carro de la comida, y además, sólo tenía dos camas. Lo justo para poner las maletas y su portátil.
Entró y se sentó. Llevaba como dos horas dando vueltas por la estación intentando encontrar el tren que le correspondía, y esque la estación de Bristol estaba caracterizada por ser una de las más caóticas del mundo.
Después de quitarse los tacones y ponerse unos calcetines gordos (hacía mucho frio ahí dentro) se tiró en su litera y encendió el portátil.







Justo entonces entró David.
Y sus ojos verdes decidieron inundar el compartimento.

Feria.


Y si de repente, separo la vista del cuerpo y te encuentro ahí mismo? Reluciente como una estrella en el cielo oscuro, brillante, atrayéndome con tu cántico de sirena...

Y si de repente caigo y no me importa?