domingo, 8 de noviembre de 2009

Sophie




Mientras buscaba desesperada en ese tren algún compartimento vacio (nunca le había gustado conocer a la que ella llamaba 'gente-efímera') Arrastraba sus cuatro maletas enormes. Le habían ofrecido un carrito portamaletas, pero ella siempre lo tenía que hacer todo por su cuenta.

Después de dar dos vueltas encontró el compartimento perfecto. Era el último, así que normalmente la azafata no pasaría con el carro de la comida, y además, sólo tenía dos camas. Lo justo para poner las maletas y su portátil.
Entró y se sentó. Llevaba como dos horas dando vueltas por la estación intentando encontrar el tren que le correspondía, y esque la estación de Bristol estaba caracterizada por ser una de las más caóticas del mundo.
Después de quitarse los tacones y ponerse unos calcetines gordos (hacía mucho frio ahí dentro) se tiró en su litera y encendió el portátil.







Justo entonces entró David.
Y sus ojos verdes decidieron inundar el compartimento.

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